De México a Reino Unido, la globalización llega al estrés hídrico y la sequía
El estrés hídrico y las sequías severas están afectando incluso a países tradicionalmente frescos, que han impuesto restricciones de consumo […]
El estrés hídrico y las sequías severas están afectando incluso a países tradicionalmente frescos, que han impuesto restricciones de consumo de agua para asegurar el abastecimiento por un fenómeno que empieza a tener carácter global.
En Europa, países como Alemania o el Reino Unido -más allá de los del sur del Mediterráneo y de las regiones más cálidas de América, Oriente Medio y la castigada África- están padeciendo temperaturas mucho más altas de lo normal, con efectos en sus reservas de agua y el suministro hídrico y también en la actividad económica y social, entre otras.
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Además, proliferan los megaincendios, avivados por las altas temperaturas, que este verano se repiten en el mundo, como los de California (EE.UU.), y que contrastan con las lluvias torrenciales que arrasan cuanto pillan, con inundaciones, como las de estos días en el estado de Kentucky, con al menos treinta fallecidos.
“Las sucesivas olas de calor este verano pueden considerarse excepcionales, sin duda. Es bastante extraordinario que coincidan valores tan altos en los tres parámetros con las que medimos la gravedad de una ola de calor: la intensidad, la extensión y la duración”, explica a Efe la catedrática española de Geografía Humana de la Universidad y responsable del Observatorio Humano de la Sequía, Pilar Paneque.
“Esta excepcionalidad -añade- solo puede explicarse por la realidad del calentamiento global, que hasta ahora no hemos atendido suficientemente ni con la urgencia que hace ya muchos años merecía. Sabemos además que estos episodios (olas de calor, sequías, inundaciones, etc.) se acentuarán y se harán más recurrentes por lo que la inacción resulta incompresible, además de costosísima en términos económicos”.
En Europa meridional, tras tres olas de calor desde que empezó el verano, España ha visto ya mermado el volumen de agua en sus pantanos hasta alrededor del 40 % de su capacitad total y son varias las comunidades autónomas con restricciones al consumo del agua, no solo en la tórrida Andalucía.
El cierre de duchas en playas, cortes de suministro de agua nocturno o la prohibición del riego de jardines y huertos y el lavado de coches son algunas de las medidas adoptadas.
También en Portugal, casi la mitad del territorio padece sequía extrema, y el actual año hidrológico es, hasta la fecha, el segundo más seco desde 1931. Entre sus nuevas medidas frente a esta situación, está la petición al sector turístico del Algarve de que racione el uso de agua, especialmente en campos de golf y espacios verdes.
En Italia, la ribera del Po sufre la peor sequía de los últimos setenta años y se acaba de aprobar el estado de emergencia en cinco regiones, con 36 millones de euros destinados sobre todo a los agricultores. En el norte se han implantado medidas como el racionamiento de agua para regar campos, la prohibición de llenar piscinas y regar jardines privados y cortes de suministro nocturnos.
En Francia, el territorio metropolitano se encuentra oficialmente en estado de sequía, con 57 de los 96 departamentos del mismo en alerta roja y 32 en naranja. En amplias zonas hay restricciones al uso del agua para el riego o el lavado de coches y en departamentos como el alpino Alta Saboya, en alerta máxima, se utilizan camiones cisterna para proveer de agua potable.
Más al norte, en Alemania la sequía complica la navegación por el Rin, cuyo caudal es menor del habitual aunque sin llegar al mínimo histórico de 2018, por lo que los barcos son ahora de menor calado y la carga se ha reducido a un 50 o un 30 % del volumen normal para transporte de materias primas como el carbón y los carburantes.
En Polonia cientos de municipios tienen restricciones a ciertos usos del agua y su río más largo, el Vístula, se aproxima a niveles mínimos históricos de caudal, por lo que se han suspendido los “ferries” de pasajeros en la capital.
Tampoco el Reino Unido se libra de esta situación. Según la agencia meteorológica Met Office, el pasado mes fue el julio más seco en Inglaterra desde 1935. De hecho, en todos los meses este año, salvo febrero, ha llovido menos de la media.
Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos la sequía sigue haciendo estragos, aunque existen grandes diferencias en cuanto a estrés hídrico. En uno de los estados más afectados, California, varios territorios del sur han establecido límites al consumo de agua este verano.
En México se declaró en julio la emergencia por sequía, y en la ciudad de Monterrey, más de 5 millones de habitantes carecen de suministro de agua potable gran parte del día porque las presas se han secado. Según su presidente, Andrés Manuel López Obrador, no se harán más concesiones de explotación de agua a empresas privadas en los estados con sequía.
En Argentina, la sequía continúa, aunque menos severa que en estas fechas el año pasado, y gran parte de la falta de lluvias se explica por el efecto del fenómeno climático La Niña.
En Oriente Medio, la sequía padecida por Irán durante décadas se ha agravado por el aumento poblacional y el uso excesivo de acuíferos. Las lluvias torrenciales este verano apenas han mejorado las reservas de agua y han causado pérdidas irreparables.
África, el continente más castigado, pese a su insignificante contribución al cambio climático, está siendo más “golpeada que nunca”, según Workneh Gebeyehu, secretario ejecutivo de la Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo (IGAD), bloque económico de ocho naciones de la región, quien ha expresado su temor a que la situación se agrave porque “las perspectivas para la temporada de lluvias son sombrías”.
Con información de EFE