Los 5 productos que cada diciembre usan la nostalgia para vaciar tu cartera

Somos News 13 Nov 2025 12:48 pm
Foto: Especial.

Cada diciembre, las emociones toman el volante de nuestra cartera. Desde el desfile de Coca-Cola hasta los juguetes que soñábamos de niños, estas marcas saben perfectamente cómo usar la nostalgia para que compres… sin pensar demasiado.

Diciembre tiene ese efecto curioso: no solo cierra el año, también abre la caja de los recuerdos.

Vuelves a ver comerciales que ya conocías de memoria, hueles ese chocolate que te preparaba tu abuela, escuchas villancicos en un centro comercial y de pronto —sin saber cómo ni por qué— estás con el carrito de compras lleno.

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No eres el único.

La nostalgia es una de las herramientas más poderosas del marketing navideño. Y en México, donde diciembre viene acompañado de aguinaldo, frío, tradiciones y reuniones familiares, se vuelve la excusa perfecta para abrir la cartera.

Aquí te mostramos cinco productos y experiencias que, cada año, logran que compres no solo con tu dinero… sino con el corazón.

Coca-Cola y el inicio no oficial de la Navidad

¿Navidad sin Coca-Cola? Imposible. Sus campañas llevan décadas conectando con nuestros recuerdos más profundos.

El desfile de luces, los camiones rojos, Santa Claus saludando desde una pantalla. Todo eso activa una emoción que muchos compartimos desde niños.

Además, hay vasos de colección, peluches, latas con diseño navideño… ¿los necesitas? No. ¿Te recuerdan a tu infancia? Totalmente. Y por eso los compras.

Cada caja roja en la mesa no solo acompaña la cena: también acompaña la memoria colectiva.

Parques y desfiles temáticos: el cuento de hadas en versión navideña

Six Flags, atracciones en Reforma, ferias invernales… todos prometen una experiencia mágica que, casualmente, se parece bastante a las películas navideñas que veías de niño.

Nieve falsa, luces por todos lados, villancicos, caramelos gigantes, personajes disfrazados. Como si alguien te invitara a entrar en el set de tu infancia.

Lo mejor (y lo más costoso): no vas solo. Vas con tu familia, tus hijos, tus sobrinos. Quieres que ellos vivan “eso mismo” que tú viviste.

Y eso se traduce en entradas especiales, fast pass, snacks temáticos y souvenirs. La magia cuesta, pero parece valer la pena… emocionalmente.

Chocolates en presentaciones que saben a hogar

El chocolate Abuelita, las latas doradas de Ferrero Rocher, Carlos V en envoltorios navideños. Nada nuevo… salvo el envoltorio emocional.

Porque en esta época, el chocolate no se compra solo para comer, sino para regalar, compartir o acompañar un momento especial: una posada, una visita a casa de mamá, una merienda de frío.

Especial.

La nostalgia se cuela por la cocina y convierte un producto básico en un gesto afectivo. ¿El resultado? Compramos más, aunque no sea realmente necesario.

Juguetes retro: más para los papás que para los hijos

¿Quién pide un Tetris, una Polly Pocket o un Game Boy en 2025?

Respuesta: el adulto que nunca lo tuvo. O que lo tuvo y quiere revivirlo.

Las marcas lo saben. Por eso cada diciembre relanzan versiones retro de juguetes clásicos. Y los que más caen no son los niños, sino los adultos que dicen: “¡yo tenía uno igual!”

El marketing apunta al “niño interior”, pero el pago sale de la tarjeta de crédito actual. Una jugada maestra de consumo emocional.

Lotería Nacional: un ritual familiar más que una apuesta

En casi todas las oficinas o familias mexicanas hay un momento en diciembre donde alguien dice: “¿Quién le entra al cachito?”

La Lotería Nacional, con sus billetes navideños llenos de colores y escenas festivas, no se vende solo como un juego… sino como una esperanza compartida.

No es tanto por ganar, sino por participar. Por mantener la tradición. Por sentir que se está cerrando el año con algo bonito.

Especial.

Y aunque solo sea una ilusión, vale los 100, 200 o 500 pesos que cuesta. Porque esa ilusión se siente real, aunque dure unos días.

¿Quién dijo que la nostalgia es gratis?

Cada uno de estos productos sabe cómo tocarte una fibra emocional. Y cuando lo logran, ya no estás comprando con lógica, estás comprando con recuerdos.

No está mal. Pero vale la pena preguntarse:

¿Lo necesito… o me recuerda a algo que sí necesito sentir?

Tu aguinaldo no solo paga cenas y regalos. También paga memorias, rituales y el deseo de que todo vuelva a sentirse como antes.

Y eso, en diciembre, tiene un precio.