UNAM advierte sobre el reloj del fin del mundo: la humanidad está al límite
El reloj del fin del mundo se acerca peligrosamente a la medianoche. Descubre por qué la UNAM y científicos advierten que estamos al límite.
¿Alguna vez has sentido que el tiempo se nos acaba, que estamos viviendo al límite? Pues el famoso reloj del fin del mundo, una especie de alarma simbólica que nos recuerda qué tan cerca estamos de una catástrofe global, ¡está más cerca de la medianoche que nunca!
En enero de 2025, los expertos del Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago lo ajustaron a solo 89 segundos de la medianoche. Imagínate: ¡es el punto más crítico desde que se creó en 1947!
Te recomendamos este videoY con todo lo que está pasando en Medio Oriente y otros rincones del planeta, esta advertencia de la UNAM resuena más fuerte que nunca.
Qué es el reloj del fin del mundo
El reloj del fin del mundo, también conocido como Doomsday Clock, no es un invento de ciencia ficción. Fue ideado por científicos que participaron en el Proyecto Manhattan, como el mismísimo Albert Einstein y J. Robert Oppenheimer.
Su objetivo era simple pero poderoso: simbolizar lo cerca que estamos de una crisis global provocada por nosotros mismos. La medianoche representa una destrucción total, y los segundos que le quedan nos dicen qué tan al borde estamos.
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Desde su nacimiento, este reloj ha sido ajustado 25 veces, moviéndose de un lado a otro. ¿Sabías que su momento más relajado fue en 1991, cuando estaba a 17 minutos de la medianoche, justo después del fin de la Guerra Fría? ¡Qué contraste con los actuales 89 segundos!
Esto demuestra que la humanidad, lejos de alejarse, parece acercarse peligrosamente al precipicio. Como señala el Bulletin of the Atomic Scientists, cada ajuste se basa en un análisis riguroso de amenazas globales que no solo existen, sino que interactúan y se potencian entre sí.
¿Qué nos puso a 89 segundos del fin en el reloj del fin del mundo?
El reciente ajuste de este simbólico reloj del fin del mundo se debe a una combinación explosiva de factores. No es solo un problema, son varios interactuando:
- El conflicto en Ucrania: Los científicos lo ven como una bomba de tiempo, pues advierten que “podría volverse nuclear en cualquier momento debido a una decisión apresurada o por error de cálculo”.
- La tensión en Medio Oriente: Esta región, siempre un polvorín, es una amenaza constante que podría escalar a niveles catastróficos rápidamente.
- Armas nucleares en aumento: Varias potencias están incrementando sus arsenales y capacidades nucleares, lo que eleva el riesgo de un desastre.
- Crisis climática profunda: El calentamiento global sigue avanzando sin tregua, añadiendo una capa más de riesgo existencial a nuestro planeta.
- Inteligencia Artificial (IA): Esta tecnología, tan prometedora, también ha sido señalada como un “nuevo factor de riesgo global”, pues su desarrollo sin control podría tener consecuencias impredecibles.
El Bulletin of the Atomic Scientists ha sido claro: estas amenazas no operan por separado; se alimentan unas a otras, creando un ambiente de incertidumbre que no habíamos visto antes.
Una validación trágica de estas advertencias se vivió con el ataque a las instalaciones nucleares iraníes de Fordow, Natanz e Isfahán, que muchos expertos interpretaron como una confirmación de que las predicciones del reloj van en serio.
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Daniel Holz, presidente de la Junta de Ciencia y Seguridad del Boletín, lo resumió muy bien: “cada segundo de retraso en invertir el rumbo aumenta la probabilidad de un desastre global”.
Más allá de la bomba: otras amenazas que el reloj mira
Desde 2007, el reloj del fin del mundo no solo considera el peligro nuclear. Ahora también toma en cuenta otros fenómenos que nos ponen en jaque, como el cambio climático descontrolado, las pandemias globales, la desinformación masiva que nos confunde a todos, y el desarrollo de tecnologías con impactos a escala planetaria.
Estas variables añaden una complejidad enorme al panorama y nos obligan a pensar en soluciones integrales para gestionar los riesgos.
En México, la UNAM también está en el ajo. El investigador Jans Fromow Guerra, que formó parte del equipo que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2017 por su chamba a favor de eliminar las armas nucleares, ha enfatizado que este reloj es una herramienta seria que mide el riesgo de daños irreparables a nuestro planeta.
Para él, hablar de “catastrofismo” es ignorar la realidad.
El papel de la UNAM en este análisis global
Nuestra máxima casa de estudios, la UNAM, lleva más de medio siglo metida en el análisis de las relaciones internacionales y la seguridad global.
Desde 1957, ha formado a profesionales en Ciencias Diplomáticas, y en 1967 nació la licenciatura de Relaciones Internacionales que hoy conocemos. Además, en 1970 fundaron el Centro de Relaciones Internacionales (CRI), un centro de investigación clave en temas de política global y seguridad internacional.
Recientemente, la UNAM echó a andar el Programa Universitario de Cultura de Paz y Erradicación de las Violencias. Desde ahí, reconocen la urgencia de atender la ola de conflictos armados, nacionalismos extremos y discursos de odio que azotan al mundo.
