¿Cómo debe ser la educación del futuro?

Desde hace algunos años se tenía la percepción de que la educación tradicional ya no era adecuada para cumplir con las exigencias del mercado laboral. Con la llegada de la COVID-19, ese sentimiento se agudizó e incluso dejó expuestas las estrategias educativas más obsoletas e irrelevantes.

De acuerdo con Nicole Bien, directora de la división de aprendizaje y enseñanza de Bachillerato Internacional (IB), la tecnología, demografía, clima, movilidad internacional y justicia/equidad social son aspectos que deben considerarse en las nuevas tendencias de aprendizaje.

En sus palabras “estas transformaciones globales que enfrentan los alumnos de hoy, están dando forma a un futuro que es desconocido, fluctuante e impredecible. ¿Cómo puede la educación preparar a los alumnos para un mundo así?”

Se debe tomar en cuenta que los alumnos necesitan el conocimiento, las habilidades y las actitudes que los ayudarán a resolver desafíos conocidos y desconocidos. Competencias más amplias, como el trabajo en equipo, el pensamiento crítico, la conciencia social y global. Así como habilidades de gestión del tiempo y de la vida, atributos que no se enseñan en la educación tradicional.

¿Cómo preparar a los alumnos del futuro?

De acuerdo con la Nicole, el pensamiento crítico, la capacidad de pensar de forma independiente y proactiva es esencial: ayuda a los alumnos a convertirse en aprendices de por vida. Se puede estimular con una pedagogía de aprendizaje que sea transdisciplinaria e interdisciplinaria. El aprendizaje basado en la investigación y los conceptos anima a los alumnos a ser curiosos, a identificar ideas y soluciones creativas. Hacen conexiones entre conceptos y practican el pensamiento sistémico.

Por otro lado, un marco educativo que elimine planes de estudios prescriptivos y de memoria, ofrece a profesores y alumnos la capacidad para explorar y profundizar las áreas de estudio y los intereses pertinentes para ellos. Eso es educación del futuro.

También habla de poner mayor énfasis de la nueva política educativa en el aprendizaje profesional. “La nueva tecnología abre muchas más vías para que los alumnos adquieran las habilidades necesarias para la profesión que desean. Creemos que una combinación de rigor académico y estudios del mundo real relacionados con la carrera les brindará habilidades transferibles y de por vida. Así adquirirán conocimiento aplicado, pensamiento crítico, comunicación, cooperación, trabajo en equipo y participación intercultural, cualidades que son muy bien recibidas por los empleadores”, explica.

De este modo, la evaluación holística y variada, en lugar del examen tradicional escrito a mano, también contribuye a mejores resultados de aprendizaje. La evaluación electrónica innovadora puede ayudar a medir la capacidad de los alumnos para transferir el aprendizaje, aumentar la alfabetización digital y profundizar la comprensión conceptual.

Finalmente, comenta que el éxito de cualquier forma de educación depende de los profesores. “Los docentes necesitan ser nutridos y desarrollados tanto como los alumnos. Los profesores siempre han sido resistentes y adaptables, pero con demasiada frecuencia están atrapados en un sistema rígido de requisitos curriculares”.

El reto de la educación del futuro

El confinamiento ha puesto de relieve la adaptabilidad, creatividad y compromiso tanto de profesores como de alumnos. Debemos seguir apoyando las nuevas formas de aprendizaje y enseñanza que se han iniciado durante este periodo. La experta explica que padres, colegios y organizaciones de educación deberían reflexionar y centrarse en fomentar un cambio significativo, apoyar el bienestar de los docentes y alumnos.
“De esta manera crearemos un mundo en el que los alumnos puedan beneficiarse de una educación adecuada para su propósito: para un mundo mejor”, concluye Nicole Bien sobre la educación del futuro.

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