Por qué tu aguinaldo no es para sanar tu infancia (al menos, financieramente hablando)
No gastamos solo dinero, gastamos emociones. El aguinaldo se convierte, muchas veces, en un intento de sanar lo que nos dolió. Aquí te contamos por qué pasa… y cómo evitar que tu cartera pague el precio.
Cada diciembre repetimos el mismo ritual: cobramos el aguinaldo y corremos a comprar ese perfume que nos recuerda a mamá, los juguetes que nunca tuvimos o la cena que “ahora sí será perfecta”.
No lo pensamos mucho. Solo sentimos que lo merecemos. Porque ese aguinaldo no es solo dinero: es una oportunidad para llenar vacíos, compensar ausencias o cumplir promesas antiguas.
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Pero aunque el corazón agradezca esos gestos, la cartera no siempre sobrevive. Y el problema no es lo que compramos… sino por qué lo hacemos.
El origen del impulso: gastar para sanar
La psicología del consumo lo explica con claridad: cuando compramos por impulso en épocas sensibles como diciembre, no buscamos cosas, buscamos alivio.
Según expertos, el gasto emocional es una forma de recompensa simbólica. En momentos de nostalgia, el cerebro activa zonas de memoria afectiva: olores, canciones, luces, todo conecta con la infancia. Y con eso, viene la dopamina: la hormona del placer.
¿El resultado? Tomamos decisiones desde la emoción, no desde la razón.
Lo decimos sin decirlo: “Estoy comprando este regalo… pero en el fondo, estoy tratando de curar al niño que no lo recibió”.
El costo de sanar con la cartera
Esa búsqueda de alivio tiene un precio. Y no es solo económico, es emocional y mental.
- 4 de cada 10 mexicanos gastan su aguinaldo antes del 25 de diciembre.
- 7 de cada 10 admiten que compran “para sentirse mejor”.
- El 35 % gasta más que el año anterior, aunque no tenga con qué cubrir enero.
Así, lo emocional se vuelve deuda.
Lo simbólico se convierte en intereses.
Y lo que debía sanar… se convierte en otra preocupación.

Enero llega sin aguinaldo, pero con la misma herida.
Reescribir la historia: del gasto reparador al gasto consciente
Aquí no se trata de ser fríos ni de apagar la emoción. Se trata de darle dirección.
¿Quieres darte un gusto? Hazlo. Pero sin lastimar a tu yo del futuro. Aquí van algunas ideas simples, pero poderosas:
- Haz un presupuesto emocional. Destina un 20 % de tu aguinaldo a esos caprichos que sí sanan. Date ese gusto, pero con conciencia.
- Cambia el “me lo merezco” por “me lo construyo”. Usa otro porcentaje para algo que te nutra: metas, salud, estabilidad.
- Convierte la nostalgia en acción. En vez de comprar algo solo para revivir un recuerdo, inviértelo en crear uno nuevo: un viaje, un curso, una experiencia.
- Regálate paz. No todo regalo tiene moño. Dormir sin deudas también es sanar.
Sanar a tu niño interior no siempre se trata de comprarle un juguete. A veces, se trata de darle la certeza de que ya no vive con miedo al futuro.
La herencia emocional del dinero
Tal vez el verdadero lujo no sea recrear la Navidad que soñaste de niño, sino construir una nueva.
Una donde el cariño no se mida en pesos.
Una donde el aguinaldo no sea un parche emocional… sino un paso hacia tu libertad financiera.
Porque no se trata de gastar menos.
Se trata de gastar mejor, desde un lugar más sano, más claro y más tuyo.