Semana Santa en Iztapalapa: la impactante historia detrás de la tradición más famosa de CDMX

Más allá de su carácter litúrgico, la Semana Santa en Iztapalapa es una muestra del poder de la organización comunitaria y del valor de preservar las tradiciones.
La Semana Santa en Iztapalapa es, sin duda, una de las celebraciones más representativas del calendario religioso en México.
Cada año, durante los días santos, millones de personas visitan esta alcaldía del oriente capitalino para presenciar una escenificación que combina fe, teatro comunitario y una fuerte identidad cultural.
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Un origen marcado por la epidemia de cólera
En el año 1833, una epidemia de cólera azotó la capital del país y sus alrededores. Iztapalapa, una comunidad tradicional con profundas raíces religiosas, fue especialmente golpeada.
Como respuesta, los habitantes organizaron una procesión y representación de los últimos días de Jesús, en un acto de fe y súplica colectiva.
De acuerdo con información del Gobierno de México, tras esta primera representación, los contagios cesaron.
La comunidad, convencida de haber recibido un milagro, decidió repetir el acto año con año como una promesa cumplida.
Con el paso del tiempo, lo que empezó como una manifestación religiosa espontánea evolucionó hacia una tradición organizada, con la participación de cientos de personas de los ocho barrios originarios de Iztapalapa.
Semana Santa en Iztapalapa, una tradición que involucra a toda la comunidad
La Semana Santa en Iztapalapa no es solo un evento religioso, también es un proyecto comunitario.
La organización está a cargo del Comité Organizador de Semana Santa en Iztapalapa A.C. (COSSIAC), integrado por vecinos que se preparan durante meses para dar vida a cada escena del Vía Crucis.
La representación incluye más de 150 actores, todos voluntarios, quienes asumen sus papeles con gran compromiso.
Quienes interpretan a Jesús o María deben cumplir con estrictos requisitos personales y morales. La preparación abarca desde entrenamientos físicos hasta ensayos semanales.
La logística también es compleja: se cierra el paso vehicular en varias calles, se instalan puestos de atención médica y módulos de seguridad, y se activa un operativo especial para garantizar la movilidad de los visitantes.
Cifras oficiales muestran que esta celebración genera una derrama económica superior a los 280 millones de pesos anuales solo en la alcaldía, beneficiando directamente a comercios locales, transporte y servicios turísticos.
Patrimonio cultural y motor turístico-religioso
En 2012, la representación fue inscrita en el Inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial de México por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), reconociendo su relevancia histórica, social y cultural.
Además de su dimensión religiosa, la Semana Santa en Iztapalapa se ha consolidado como un atractivo turístico de alto impacto.
Datos del Gobierno de la Ciudad de México estiman que la afluencia supera los dos millones de visitantes cada año, convirtiéndose en uno de los eventos más concurridos del país durante la temporada.
A través de los años, esta celebración ha logrado equilibrar tradición y modernidad, manteniendo su esencia espiritual mientras se adapta a las nuevas dinámicas sociales.
Hoy, representa un espacio donde convergen historia, teatro popular, identidad barrial y religiosidad.
Una experiencia que trasciende lo religioso
Más allá de su carácter litúrgico, la Semana Santa en Iztapalapa es una muestra del poder de la organización comunitaria y del valor de preservar las tradiciones.
Expertos coinciden que, en un contexto urbano y cambiante, esta celebración se mantiene como símbolo de cohesión, resiliencia y expresión cultural.
Por ello, aseguran, que visitar Iztapalapa durante esta temporada no solo permite presenciar una representación monumental, también comprender cómo la memoria colectiva y la espiritualidad pueden transformar una crisis en una de las expresiones culturales más importantes en México.
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