2026: Los funerales heavy que vienen
Para quienes no sean afectos a esta música, las historias antes mencionadas podrían reducirse a las de un puñado de ancianos.
En 2026, México será la sede de tres funerales en vida. Suena fuerte, y necesito matizarlo. No es que vaya a morir nadie (por lo menos no lo deseo), pero definitivamente asistiremos a lo que podrían ser los últimos conciertos de AC/DC, Megadeth y Iron Maiden en nuestro país.
Crónicas de tres despedidas anunciadas
Los headbangers aún no superamos el duelo por Ozzy. Todavía supura la herida que se abrió cuando lo vimos cantar sentado, en julio, en medio de millares de rostros llorosos, una versión desquiciante de “Mama, I’m Coming Home”, el tema que el Príncipe de las Tinieblas compuso junto a Lemmy Kilmister y en el que, llegado el verso, suelta la frase “el viaje antes de la caída”. A todos los que seguimos por streaming el concierto “Back to the Beginning”, transmitido en vivo desde Birmingham, se nos hizo un nudo en el pecho. Uno que, hasta el día de hoy, continúa asfixiándonos.
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AC/DC no ha dicho que sus fechas en México —7, 11 y 15 de abril— vayan a ser las últimas en esta tierra. Megadeth, de alguna forma, sí. La gira que traerá a Dave Mustaine y compañía a la Arena Ciudad de México el 10 de mayo lleva por nombre “This Was Our Life”y servirá como promoción del que se anunció en agosto como el último disco de la agrupación. Seguramente, cuando nos toque cantar los versos en francés de “À tout le monde”, también sentiremos un vacío en el estómago: “A todo el mundo / a todos mis amigos / los amo / pero tengo que partir.”
Iron Maiden sólo ha dicho que, al final de la gira “Run for Your Lives”, en la que el grupo interpretará canciones del disco “Fear of the Dark” (1992) hacia atrás, se tomará un largo receso. Pero es difícil quitarnos de la cabeza que, para una banda con más de 50 años de trayectoria, “un largo receso” no suena precisamente a descanso temporal. Más aún cuando su baterista emblemático, Nicko McBrain, anunció en 2024 que ya no giraría y sólo acompañaría a Maiden en trabajos de estudio, siendo reemplazado por Simon Dawson.
Un día vendrá la “Motoabue” a jalarte las orejas
Para quienes no sean afectos a esta música, las historias antes mencionadas podrían reducirse a las de un puñado de ancianos (porque los integrantes de AC/DC, Megadeth e Iron Maidensuperan los sesenta años) que se rehúsan a despedirse de sus tiempos de gloria. Ya no se diga sus fans. “Habiendo tanta música nueva, ¿por qué pagan tanto dinero por escuchar lo mismo?”, nos reclaman.
Se le tiene una aversión enfermiza a la nostalgia. En lo personal, cuando alguien más joven critica a quienes disfrutamos la música que nos formó, no puedo evitar pensar en el meme del abuelo Simpson cuando le espeta a un joven Homero: “Yo sí estaba en onda, pero luego cambiaron la onda. Ahora la onda que tengo no es onda. Y la onda de onda me parece muy mala onda. ¡Y te va a pasar a ti!”
Lo que no entienden muchas almas jóvenes es que se trata de algo más que música. Despedirse de Megadeth, Iron Maiden y AC/DC es resignarse a que una parte de nosotros ha muerto… igual que Ozzy. Ahí se van los amaneceres sin resaca. Con esas canciones partieron las primeras cervezas en la prepa, los amores no correspondidos y la despreocupación total. Lo entenderán cuando, dentro de muchos años, ellas y ellos también se despidan de lo mismo cuando Rosalía realice el tour conmemorativo por los 40 años de Motomami. Porque va a suceder. La Motoabue te jalará las orejas.
Dos afters que quedarán forever
En 2012, los ejecutivos de EMI me invitaron a entrevistar a Steve Harris en Washington, a propósito del lanzamiento del álbum debut de British Lion, su proyecto alterno. La conversación se llevó a cabo en los camerinos del concierto que Iron Maiden ofrecería en la capital estadounidense.
En el after, me encontraba platicando con uno de los label managers de la compañía británica, cuando apareció precisamente Nicko McBrain. Carismático hasta decir basta, de inmediato se volvió el centro de atención de la fiesta.
—¿Sabes por qué los Maiden siguen girando? —me preguntó el ejecutivo.
No le respondí, porque la respuesta era la misma a la pregunta: ¿por qué los fans seguimos viniendo a sus conciertos?
Le dio un trago a su pinta y se respondió solo:
—¿Qué otra cosa podrían hacer? Es lo que han hecho toda su vida. No es por dinero, porque ya tienen mucho… es algo más.
Dos años antes me tocó acompañar a Mystica Girls, cuando era su manager, a un concierto que ofrecerían en Querétaro junto a Paul Di’Anno, quien fuera el primer vocalista de Iron Maiden. Recuerdo cómo me impresionó verlo salir al escenario apoyado en un bastón y cómo aprovechaba que la banda de apoyo interpretaba “Transylvania”, un tema instrumental, para inhalar oxígeno de un tanque… mientras con la otra mano sostenía un cigarro. Estaba viejo y enfermo. Pero aun así, se sopló las mismas cuatro horas de camión que el resto de las bandas de veinteañeros con las que se presentaría.
En el after, para variar, un amigo y yo acabamos charlando con Di’Anno, quien nos dijo que estaba harto de girar cantando las canciones de unos discos que grabó casi treinta años antes.
—Yo debería estar en mi casa, tranquilo, jugando con mis nietos… pero entonces me llega un correo invitándome a tocar, y aquí estoy otra vez.
En 2018 se hizo viral una nota acerca de dos ancianos que se escaparon de su asilo en Alemania para ir al festival Wacken Open Air. La policía tuvo que arrastrarlos de regreso a su residencia.
Hubo quien se burló de ellos, pero yo los comprendo perfectamente.
Ya tengo boletos para Iron Maiden, AC/DC y Megadeth en México.
¿Les cantaremos las heavy golondrinas?
Espero que los músicos no mueran antes de estos tres funerales musicales en vida.
Ni yo tampoco.