Metas financieras para la vida adulta
Desde no sufrir la cuesta de enero hasta crear un plan financiero.
En la escuela nos enseñan a dividir pero nada sobre metas financieras. Así, uno llega a los treintas y recuerda cómo resolver una división con el método de la casita como parte de una evaluación para entrar a un trabajo, pero no tiene ni idea de cómo desarrollar salud financiera.
Es entonces que uno se encuentra peguntando en internet cuestiones importantes, como cómo pagarle menos impuestos al SAT, cómo ahorrar en CETES y hasta cuáles son las metas financieras que uno debería proponerse como adulto.
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Así, descubrimos que estas metas nos permitirían vivir con tranquilidad, porque trabajarlas significa salir de deudas, planear un futuro con dinero y tener la estabilidad que destinarlo a ciertas cosas provoca.
Sin embargo, llegamos a la edad adulta con un ingreso –uno digno, si tenemos suerte, o varios, si también contamos con buena ventura–, pero sin siquiera saber cuáles son nuestros gastos fijos, cuáles aquellos gastos que varían, ni mucho menos cuánto ni cómo ahorrar.
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Metas financieras básicas para vivir tranquila
La vida adulta presenta varias oportunidades de progreso laboral y económico, además de que para esta etapa, lo más seguro es que tus gastos ya estén más afincados (renta, comida para mascotas, internet, servicios de streamig; ya saben, los básicos). Esto hace del momento el ideal para comenzar a trabajar algunas metas financieras para el futuro, para emergencias o solo para sobrevivir enero.
1. Tener dinero en enero
Esta es la meta más sencilla, pronta y para la que aún estás a tiempo. Si siempre llegas a enero y vives en carne propia la llamada «cuesta», la cual se extiende un par de meses más hasta llegar a marzo, enfócate en gastar de manera ordenada este diciembre.
Es decir, administra de manera adecuada tus ingresos y evita contraer deudas. Si tienes un presupuesto, apégate a él, sobre todo cuando de regalos y salidas se trata.
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2. Establecer y seguir un plan financiero
Ponte serio con tus gastos e ingresos y deja de sólo tener estimados respecto de ellos. La forma más fácil de lograrlo es crear un presupuesto y apegarse a él, el cual incluya lo siguiente:
- ganancias netas
- gastos fijos
- una cantidad de dinero destinada a gastos variables
- ahorros e inversiones
- dinero para divertirte
Tu presupuesto debe registrar en detalle tus gastos e ingresos y esto también significa anotar lo que destinas a estas metas financieras.
3. Ahorrar para emergencias
Lo mínimo para esta meta sería tener guardado una cantidad que cubra los gastos fijos de tres a seis meses. Suena rudo pero el día que por cualquier razón dejes de tener ingresos, será una bendición.
Para que este ahorro para emergencias sea funcional, lo óptimo es que esté en una cuenta que rinda un poco de intereses, pero te permita acceder a los recursos sin penalizaciones, así que lo mejor es que este dinero se encuentre separado de tu cuenta principal.
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4. Estar libre de deudas
Es momento de domar la deuda con la tarjeta de crédito. Salir de deudas vale mucho la pena, pues tendrás mejor flujo de efectivo y la conciencia en paz, probablemente.
Para lograr dejar de pagar porcentajes considerables de intereses, puedes empezar por conocer los saldos, las cuotas y las fechas de corte de tus tarjetas, o seguir métodos como el de la avalancha, en el que pagas primero el elemento de mayor interés, o el de bola de nieve, donde inicias con la deuda más pequeña.
5. Ahorrar para el retiro
Nuestra generación ya no alcanzó el esquema de pensiones del que gozan nuestros padres, pero lo que sí tenemos es una afore a la cual podemos aportar voluntariamente.
Destinar dinero a los ahorros para la jubilación es la única forma que tenemos para prepararnos para el futuro y también de aprovechar algunos beneficios fiscales que estos productos ofrecen.
Comienza por enterarte de la tasa que te ofrece tu afore y comienza a aportar una cantidad fija al día, mes o año, como mejor convenga a tu presupuesto, que para este punto, ya deberías tener.